
Lactancia materna: un vínculo para siempre

El acto de amamantar un bebé va más allá de alimentarle. La leche materna es una maravilla biológica que otorga ventajas para la salud de la madre y el niño.
Para el recién nacidos la leche materna es el alimento perfecto; es un paquete nutricional completo, lleno de anticuerpos que pasan de la madre al bebé, y que refuerzan el desarrollo de su sistema inmunológico. La leche materna protege contra enfermedades comunes de la infancia, como infecciones de oído, diarrea e infecciones respiratorias. Algunos estudios sugieren que incluso puede reducir el riesgo de Síndrome de Muerte Súbita del Lactante.
Además, al ser de fácil digestión, la leche materna favorece el desarrollo de un intestino sano y reduce la probabilidad de problemas gastrointestinales.
Las investigaciones indican que los niños amamantados tienen a largo plazo menos riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes de tipo 1 y algunos cánceres infantiles, además de contribuir a mejorar el desarrollo cognitivo y el rendimiento académico.
Las madres también se benefician. La lactancia libera la hormona oxitocina, que ayuda a que el útero vuelva a su tamaño anterior al embarazo. También puede ayudar a reducir las hemorragias posparto y acelerar la recuperación. Los estudios sugieren que la lactancia materna puede reducir el riesgo de cáncer de mama y de ovarios, así como de diabetes tipo 2.
Emocionalmente, la lactancia materna también otorga beneficios. El contacto piel con piel durante el amamantamiento favorece una sensación de calma y seguridad para el bebé, reforzando el vínculo madre-hijo. Este estrecho vínculo puede contribuir a mejorar la regulación emocional y el desarrollo social del niño.
Para las madres, la lactancia materna puede ser una fuente de satisfacción y orgullo, que refuerza la autoestima y el bienestar emocional.