El vitíligo es una afección cutánea caracterizada por la pérdida de color de la piel, en manchas. Aunque no se conoce con exactitud la causa del vitíligo, se cree que se trata de una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunológico del cuerpo ataca y destruye por error los melanocitos, las células responsables de producir el pigmento de la piel. Esto provoca la pérdida de pigmento y la aparición de manchas pálidas en la piel. El vitíligo puede afectar a todo tipo de personas, pero es más evidente en las personas de piel oscura.

La causa exacta del vitíligo sigue siendo desconocida, pero las investigaciones sugieren que varios factores contribuyen al desarrollo de esta condición. Se cree que la genética desempeña un papel importante, ya que las personas con antecedentes familiares de vitíligo tienen más probabilidades de desarrollar la enfermedad. También intervienen factores autoinmunes, ya que el ataque del sistema inmunitario a los melanocitos provoca la pérdida de pigmento en las zonas afectadas. Además, los factores ambientales, como la exposición a determinadas sustancias químicas o situaciones de estrés, pueden desencadenar o exacerbar el vitíligo en individuos susceptibles.

Aunque actualmente el vitíligo no tiene cura, existen opciones de tratamiento para controlar la enfermedad y ayudar a restaurar la pigmentación de la piel.

Entre éstas podemos mencionar la fototerapia, los corticoesteroides tópicos o la despigmentación. El objetivo de estos tratamientos es repigmentar la piel afectada o despigmentar la piel restante para conseguir un aspecto más uniforme.

Es muy importante que las personas con vitíligo protejan su piel de la exposición al sol, ya que las zonas de piel despigmentada son más susceptibles a las quemaduras y daños solares. Se recomienda usar todos los días un bloqueador con Factor de Protección Solar elevado, ropa protectora y, si es posible, entre las 12 y las 16 horas mantenerse bajo techo.