Escherichia coli o E. coli, es un tipo de bacteria que suele encontrarse en los intestinos de personas y animales.

Aunque la mayoría de las cepas son inofensivas, algunas variantes patógenas pueden causar enfermedades graves.

Las infecciones por E. coli se manifiestan normalmente como trastornos gastrointestinales. Los síntomas pueden ir desde una diarrea leve hasta cuadros graves con heces sanguinolentas, calambres abdominales y vómitos. En algunos casos, la infección puede evolucionar a complicaciones más graves que afectan a los riñones y el sistema nervioso.

Los alimentos y el agua contaminados son los principales vehículos de transmisión de la E. coli patógena. La cocción inadecuada de la carne, el consumo de productos lácteos no pasteurizados y la exposición a aguas contaminadas son fuentes habituales de infección. Además, las prácticas de higiene deficientes, como el lavado de manos insuficiente, pueden contribuir a la propagación de la bacteria.

Aunque la mayoría de las personas se recuperan de las infecciones por E. coli sin necesidad de intervención médica, algunos grupos de población, como los niños pequeños, los ancianos y las personas inmunodeprimidas, corren un mayor riesgo de sufrir complicaciones graves.

La manipulación adecuada de los alimentos, una higiene cuidadosa y la búsqueda de atención médica cuando aparecen los síntomas son medidas que pueden ayudar a prevenir esta infección gastrointestinal.