
Apendicitis del Muñón Apendicular.
.jpg)
La apendicitis del muñón apendicular es una condición poco común que puede presentarse en personas que han sido operadas para extirpar el apéndice. Aunque la apendicitis tradicional ocurre cuando el apéndice se inflama debido a una obstrucción, esta variante ocurre en el tejido que queda después de una apendicectomía (cirugía para retirar el apéndice).
Cuando una persona se somete a una apendicectomía, en algunos casos, puede quedar un pequeño fragmento de tejido apendicular en el intestino. Con el tiempo, este tejido puede inflamarse por diferentes razones, como:
- Obstrucción del muñón: Puede formarse una acumulación de moco, bacterias o materia fecal, causando inflamación.
- Crecimiento anormal del tejido: En algunos casos, el tejido restante puede reaccionar al proceso de cicatrización y volverse problemático.
- Infecciones: Al igual que en la apendicitis normal, las bacterias pueden acumularse y desencadenar una inflamación.
Este problema puede ocurrir meses o incluso años después de la cirugía original, lo que a veces hace que sea difícil de diagnosticar.
Los síntomas de esta condición son muy similares a los de una apendicitis común, lo que puede generar confusión. Entre los principales signos se incluyen:
- Dolor abdominal, especialmente en la parte inferior derecha del abdomen.
- Náuseas y vómitos.
- Fiebre leve o moderada.
- Pérdida del apetito.
- Hinchazón abdominal o malestar general.
Dado que muchas personas que han sido operadas del apéndice no esperan volver a sufrir apendicitis, este diagnóstico puede pasarse por alto en una primera evaluación médica.
El tratamiento principal para la apendicitis del muñón apendicular es la cirugía, al igual que en la apendicitis tradicional. El procedimiento recomendado es la resección completa del muñón apendicular, que puede realizarse mediante cirugía abierta o por laparoscopia.
En algunos casos, si la inflamación es leve y no hay complicaciones, el médico puede administrar antibióticos para tratar la infección antes de programar la cirugía. Sin embargo, lo más común es que la intervención quirúrgica sea necesaria para evitar que la infección se propague o cause complicaciones más graves, como una perforación intestinal o una peritonitis.