Logo

Cuando la mente afecta al cuerpo.


Cuando la mente afecta al cuerpo.

Las enfermedades psicosomáticas son afecciones físicas reales que se originan o se agravan por factores emocionales o psicológicos. Esto significa que los pensamientos, emociones, estrés y conflictos internos pueden tener un impacto directo en la salud del cuerpo. Aunque no siempre son fáciles de entender o diagnosticar, estas enfermedades muestran cómo mente y cuerpo están estrechamente conectados.

La palabra “psicosomático” proviene de dos raíces griegas: psique (mente) y soma (cuerpo). Por lo tanto, una enfermedad psicosomática es aquella en la que el estado emocional o mental influye en la aparición o empeoramiento de síntomas físicos. Estas enfermedades no son imaginarias ni inventadas por la persona. Los síntomas se sienten y son reales, aunque muchas veces no se detectan daños físicos visibles con estudios médicos tradicionales.

Por ejemplo, una persona puede tener dolor en el estómago, palpitaciones o dolores musculares sin que se encuentren causas físicas claras, y todo puede estar relacionado con ansiedad, angustia o estrés prolongado.

Las emociones fuertes, como la tristeza, el miedo, la rabia o el estrés constante, pueden activar reacciones en el sistema nervioso y hormonal. Estas reacciones afectan el funcionamiento de diferentes órganos, alterando el ritmo cardíaco, la digestión, el sueño, el sistema inmune o la respiración. Cuando estas situaciones se prolongan o no se manejan adecuadamente, pueden dar lugar a síntomas persistentes o enfermedades.

Además, algunas personas pueden somatizar (expresar en el cuerpo) emociones que no saben o no pueden expresar con palabras, lo que también contribuye al desarrollo de estas condiciones.

Entre las enfermedades o trastornos que más comúnmente se relacionan con factores psicológicos están:

- Síndrome del colon irritable: provoca dolor abdominal, gases, diarrea o estreñimiento, y suele empeorar en situaciones de estrés.

- Dolores de cabeza tensionales: aparecen con frecuencia por tensión emocional o preocupaciones constantes.

- Problemas en la piel: como eccemas o urticaria, que pueden aparecer o agravarse por ansiedad o nerviosismo.

- Dolores musculares y articulares: especialmente en la espalda, cuello o mandíbula.

- Palpitaciones o dificultad para respirar: que pueden parecer problemas del corazón o pulmones, pero estar relacionados con ataques de ansiedad.

- Trastornos del sueño: como insomnio por exceso de pensamientos o preocupaciones.

El tratamiento requiere un enfoque integral que considere tanto la salud física como la emocional. Lo ideal es que haya colaboración entre médicos, psicólogos o psiquiatras. Ante una situación de estrés o ansiedad extrema es importante estar alerta de cualquier síntoma físico y consultar al médico.