
Dos tipos de Leucemia Mieloide.

La leucemia es un tipo de cáncer que afecta a la sangre y a la médula ósea, que es el tejido dentro de los huesos donde se producen las células sanguíneas. Existen varios tipos de leucemia y dos de las más conocidas son la leucemia mieloide aguda (LMA) y la leucemia mieloide crónica (LMC). Ambas afectan a las células llamadas mieloides, encargadas de formar glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.
La causa exacta de la leucemia mieloide no siempre es clara, pero se sabe que ocurre por cambios genéticos en las células de la médula ósea que hacen que se multipliquen sin control. Entre los factores de riesgo están:
- Edad avanzada (es más frecuente en adultos mayores).
- Haber recibido quimioterapia o radiación previamente.
- Exposición a químicos como el benceno.
- Tabaquismo.
- Antecedentes familiares de leucemia, aunque esto es poco común.
En el caso de la leucemia mieloide crónica, se relaciona con una alteración genética conocida como cromosoma Filadelfia, que causa la producción de una proteína anormal que impulsa el crecimiento de células leucémicas.
Los síntomas pueden variar dependiendo de si se trata de la forma aguda o crónica:
Leucemia mieloide aguda.
Los síntomas aparecen de manera rápida y pueden incluir cansancio extremo, fiebre, infecciones frecuentes, sangrado fácil, aparición de moretones, dolor en huesos y pérdida de peso. El tratamiento debe hacerse de inmediato y suele consistir en quimioterapia intensiva para eliminar las células cancerosas. En algunos casos, puede ser necesario un trasplante de médula ósea.
Leucemia mieloide crónica.
Al inicio puede no dar síntomas o ser muy leves. Con el tiempo, pueden aparecer sudoraciones nocturnas, sensación de llenura rápida por crecimiento del bazo, cansancio, fiebre y pérdida de peso sin causa aparente. El tratamiento consiste en medicamentos llamados inhibidores de la tirosina cinasa, que bloquean la proteína anormal y permiten controlar la enfermedad durante muchos años. Estos fármacos permiten al paciente llevar una vida casi normal.
No existe una forma garantizada de prevenir la leucemia mieloide, ya que en la mayoría de los casos no se conocen las causas exactas. Sin embargo, se pueden reducir riesgos evitando la exposición a químicos dañinos, dejando de fumar y llevando una vida saludable. Además, en personas que ya padecen la enfermedad, seguir los controles médicos y tratamientos al pie de la letra ayuda a mejorar los resultados.