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Entendiendo la sordera.


Entendiendo la sordera.

La sordera, o hipoacusia, es la pérdida parcial o total de la capacidad de oír. Contrario a lo que muchos piensan, no es una experiencia única, sino un amplio espectro que afecta a personas de todas las edades y por diversas razones. Comprender la sordera es el primer paso para derribar mitos y construir una sociedad más inclusiva.

Las causas de la sordera son muy variadas. Las causas congénitas son aquellas que están presentes desde el nacimiento. Pueden ser genéticas, es decir, hereditarias, o deberse a factores durante el embarazo, como una infección (por ejemplo, el virus del Zika) o el uso de ciertos medicamentos que pueden afectar el desarrollo del oído del feto.

Por otro lado, las causas adquiridas son las que se desarrollan a lo largo de la vida. La más común es la pérdida de audición relacionada con la edad, conocida como presbiacusia, que ocurre gradualmente. Otra causa importante es la exposición a ruidos fuertes, como la música a volúmenes muy altos o el ruido de maquinaria pesada, que puede dañar las células del oído interno. Las infecciones del oído, ciertas enfermedades (como la meningitis o las paperas), los traumatismos en la cabeza o el uso de medicamentos ototóxicos (que pueden dañar el oído) también pueden provocar sordera.

El diagnóstico de la sordera generalmente comienza con la sospecha de una pérdida auditiva. En bebés, los padres o pediatras pueden notar que no reaccionan a sonidos fuertes. En niños y adultos, una señal de alarma es necesitar subir el volumen de la televisión, pedir a las personas que repitan lo que dijeron, o tener dificultades para entender conversaciones en ambientes ruidosos.

El proceso de diagnóstico lo realiza un especialista, como un audiólogo u otorrinolaringólogo, y suele incluir un examen físico del oído y una serie de pruebas de audición. La más común es la audiometría, un examen indoloro donde la persona escucha sonidos a diferentes tonos y volúmenes a través de unos audífonos y levanta la mano o presiona un botón cada vez que los oye. Esto ayuda a determinar el tipo y grado de la pérdida auditiva. En recién nacidos se suele realizar un estudio llamado tamiz neonatal auditivo, que puede indicar problemas de audición.

El tratamiento de la sordera depende de su causa y gravedad. Para muchos, las soluciones tecnológicas son de gran ayuda. Los audífonos son dispositivos pequeños que se colocan dentro o detrás de la oreja y amplifican el sonido, haciéndolo más fácil de oír. Los implantes cocleares son otra opción, especialmente para la sordera severa o profunda. A diferencia de un audífono, este dispositivo electrónico se implanta quirúrgicamente en el oído interno y estimula directamente el nervio auditivo.

Las terapias y el apoyo también son importantes. La terapia de lenguaje puede ayudar a las personas, especialmente a los pequeños, a desarrollar sus habilidades de comunicación oral, y el entrenamiento auditivo les enseña a interpretar los sonidos con más precisión. La lengua de señas también es una herramienta fundamental que les permite conectar con la comunidad sorda y expresarse plenamente.

La sordera no tiene por qué ser un obstáculo para una vida plena y exitosa. Con el diagnóstico y el tratamiento adecuados, las personas con pérdida auditiva pueden participar activamente en el mundo y disfrutar de una comunicación rica y significativa.