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Cuando la persistencia hace milagros


Cuando la persistencia hace milagros

por Bibiana Cadena Ríos

El ser humano es capaz de realizar actos inimaginables, puede hacer realidad sus sueños sin importar el entorno que lo rodea. Es muy gratificante recordar esta afirmación.

Como muestra, aquí tenemos dos extraordinarias historias en diversos ámbitos. Iniciamos con Jordi Muñoz (presidente de 3D Robotics), un muchacho de Baja California (México) cuya enseñanza nos da mucho para aprender.

Jordi Muñoz siempre ha sido un enamorado de las computadoras, por lo que su pasión lo llevó a enlistarse para la licenciatura de ingeniero en aeronáutica en la Ciudad de México, tras diversos intentos para ingresar al sistema nacional de educación y ser rechazado, se vio obligado a regresar al norte del país. Sus padres estaban divorciados e insistían que no perdiera el tiempo.

Jordi se fue a vivir con su madre a Ensenada, Baja California. Ahí se enamoró y se fue con la novia, que trabajaba en los Estados Unidos. Él no podía trabajar “del otro lado”, por lo que se quedaba en la casa en donde vivían. Pasaba el tiempo pegado a una computadora, haciendo sus “pininos” en lo que posteriormente se convertiría en una de las fábricas más importantes de drones de uso no militar a nivel mundial.

Pero ¿Cómo fue el camino al éxito?

A prueba y error, con su computadora logró hackear los acelerómetros de uno de sus video juegos, y eso le permitió “interfacear”. Al mismo tiempo vio un helicóptero de control remoto y trabajó para que con sus acelerómetros lo pudiera controlar.

Todo su proceso lo documentó en internet, por lo que los expertos en el tema a nivel mundial daban su retroalimentación. Se puede decir que lo apoyaban expertos sin que Jordi les pagara los servicios de consultoría. De este modo lo contactó Chris Anderson, jefe de la revista de tecnología más importante del ramo e iniciaron así un desarrollo en conjunto.

Finalmente, una empresa suiza lo contrató y viajó a Europa. Al pasar un año se aburrió y regresó a los Estados Unidos, donde se asoció con Chris Anderson, y en 2009 desarrolló el primer avión robot que volaba de manera autónoma. Ahí inicia operaciones 3 Robotics.

La empresa, para el 2014, ya facturaba 14 millones de dólares, con tres plantas, dos en Estados Unidos y una en Tijuana, México.

El uso de los drones y aviones robots actualmente es ilimitado, para la industria de la construcción, mapeo y zonificación, telecomunicaciones, seguros, seguridad pública, agricultura.

No cabe duda de que Jordi, quien tiene ahora 30 años, representa un ejemplo de perseverancia, que ha logrado cumplir un sueño.

Otro sueño consumado ha sido el de José Hernández Moreno, quien, con una combinación de perseverancia, conocimientos y estudios, logró convertirlo en realidad.

Actualmente es padre de 4 hijos, es un reconocido astronauta que emprendió un largo viaje para cumplir su sueño.

De origen humilde, hijo de padres inmigrantes (oriundos de La Piedad, Michoacán), nació en los Estados Unidos, José Hernández. Ahí, desde muy chico, apoyaba el ingreso familiar trabajando en el campo. Al tener 10 años cuenta que veía las estrellas pensando que algún día iría al espacio.

Eran los últimos tiempos del Apolo. Su mayor asombro era ver por televisión a aquel hombre pisar la luna.

Tras una infancia plagada de carencias, él compartió con su padre su sueño; el padre, aun siendo muy pobre, siempre lo alentó. No importaba que para muchos sonara imposible de alcanzar, debido a su precaria situación económica.

En varias entrevistas otorgadas a diversos medios de comunicación, y en su libro autobiográfico: “El cosechador de estrellas”, comenta que su padre le dio la receta para llegar al espacio, la cual consistió en cinco ingredientes:

1. Define lo que quieres ser en la vida.

2. Reconoce qué tan lejos estás de esa meta.

3. Crea una ruta o un mapa de dónde estás, hasta dónde quieres llegar, porque eso te va a guiar en la vida.

4. La educación. Prepárate.

5. El mismo esfuerzo que pones cosechando el pepino, jitomate, uva, cereza, lo pones en tus libros y, cuando te recibas, lo pones en tu trabajo.
José reconoce que él añadió un ingrediente adicional a la receta: “la perseverancia”.

En Estados Unidos tuvo la oportunidad de ir a la escuela pública, en donde hasta los 12 años aprendió a dominar el idioma inglés. Después de mucho esfuerzo logró ingresar a la Universidad de California, en Santa Bárbara, para estudiar Ingeniería Electrónica. Posteriormente estudió ruso y realizó estudios en aeronáutica, mismos que eran requisitos para ingresar a la NASA.

Habiéndose preparado, se animó a tocar las puertas de la NASA. Sin embargo, once veces fue rechazado. Hernández nunca desistió en el intento, y después de haber cumplido cabalmente cada uno de los requisitos, su momento llegó, y fue cuando entonces se abrieron las puertas del espacio. Finalmente, 2009 fue el año en que viajó en una misión espacial, a bordo del trasbordador espacial Discovery.

No solo se conformó con haber llegado al espacio; en tierra estuvo involucrado en el desarrollo de la máquina de ultrasonido para la detección del cáncer de mama que se utiliza actualmente.

Estas son historias de vida que nos enriquecen y que premian al esfuerzo y perseverancia. Todos los seres humanos cuentan con habilidades natas y habilidades aprendidas para realizar sus metas.

¿Qué tienen en común las historias?

La resiliencia de ambos, en los dos casos. Las situaciones por las que pasaban no eran sencillas.

Recordemos que resiliencia significa superar la adversidad y salir adelante. Existen diversas teorías del porqué el ser humano es capaz de superarla, este tema incluye a múltiples expertos.

Un afamado conocedor aclara que: “El hombre es libre de alterar por completo su destino para lo mejor o para lo peor”, (Tim Guénard).

Guénard afirma que el ser humano tiene un potencial innato para ser resiliente, pero cada uno depende de su potencial para el desarrollo de capacidades.

Una psicóloga de la Universidad de Pensilvania, Angela Ducword, en su libro: “Grit, The Power of Passion and Perseverance”, sostiene que las personas perseverantes cuentan con el temple para seguir una meta, a pesar de los tropiezos que se puedan encontrar en el camino. Y que es más importante el temple que el mismo coeficiente intelectual. Ella define al temple como la combinación de dos factores: la pasión y la perseverancia.

En este orden de ideas, y para finalizar este artículo, podemos decir que, para transformar un sueño en realidad, es importante sentir una gran pasión y tener una motivación que se convierta en el motor que impulse la voluntad; en el caso de Jordi fue el deseo de ver volar esos aviones de forma remota, mientras que para José el deseo era cosechar las estrellas en el espacio. No cabe duda de que ellos se esforzaron, se prepararon, perseveraron y alcanzaron.