
Miel de abeja, dulzura milenaria

Actualmente está en auge un movimiento que recupera el valor y los aportes de los productos alimenticios naturales y poco procesados. Uno de estos productos, que ofrece al ser humano un extraordinario valor nutricional, de la mano de una dulzura curiosa y peculiar es la miel de abeja.
Las abejas y la miel han acompañado al hombre a lo largo de la historia. Se ha establecido que su aparición en la tierra data del periodo terciario, hace aproximadamente sesenta millones de años. Numerosos ejemplos pueden encontrarse en las distintas culturas: en una tumba egipcia construida hace 3,000 años se encontró una vasija con miel en perfectas condiciones. Esa miel llevaba 30 siglos y aún estaba fresca y comestible. En bajo relieves egipcios se representa un apicultor recolectando miel. Otro ejemplo se halla en el Corán, donde se aconseja: “come miel hijo mío, porque no solamente es agradable y sano alimento, sino que es también un remedio contra no pocas enfermedades”. Alejandro Magno, luego de su muerte, fue trasladado de Babilonia a Macedonia en un recipiente lleno de miel y el cadáver se conservó intacto. En la antigua Grecia el brillante médico Hipócrates consideraba a la miel como una magistral medicación fortificante y dadora de larga vida. Aristóteles recomendaba la miel para controlar distintas afecciones. En la América precolombina se consideraba a la miel como el alimento del fuego, otorgándole la capacidad de suministrar calor y energía para el hombre.
La miel es un producto que cuenta con importantes atributos naturales, que no necesita de tratamientos para ser mejorada y ayuda a enriquecer la dieta diaria.
La miel está formada principalmente por azúcares (fructosa y glucosa) pero además es una extraordinaria fuente de minerales y vitaminas. Según del tipo de flores del que provenga la miel puede ser clara, oscura, líquida o más espesa. En general, en casi todas las mieles ocurre naturalmente un fenómeno que se denomina cristalización, que se caracteriza por la formación de pequeños cristales y la solidificación.
La miel tiene numerosas propiedades, tanto terapéuticas como nutricionales. Es de fácil asimilación debido a que posee hidratos de carbono de cadena corta. Facilita la digestión y asimilación de otros alimentos: en el caso de los niños facilita la asimilación de calcio y magnesio. Posee mayor poder edulcorante que el azúcar.
Mejora la conservación de los alimentos. Es ligeramente laxante, por lo que favorece el funcionamiento intestinal. Tiene propiedades antihemorrágicas, antisépticas y antipiréticas. Estimula el vigor sexual, y en deportistas, mejora el rendimiento físico.
Se utiliza para el tratamiento de faringitis, laringitis, rinitis, gripes, estados depresivos menores, úlceras, gastritis, quemaduras, entre otras. Estimula la formación de glóbulos rojos debido a la presencia de ácido fólico. Estimula la formación de anticuerpos debido al ácido ascórbico, magnesio, cobre y zinc.
Por todo esto, la miel de abeja es una alternativa al azúcar para endulzar el agua de limón, las vinagretas para la ensalada, postres, panes y el yogurt.