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El alcohol y el cáncer

De acuerdo con un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi 750,000 de los casos de cáncer en el mundo en el año 2020, podrían ser atribuidos al consumo de bebidas alcohólicas, y aunque la mayoría de los casos están vinculados con un consumo excesivo de estas bebidas, también es cierto que el consumo moderado representó más de 100,000 de esos casos.

Cuando se bebe alcohol, el cuerpo lo convierte en una sustancia química llamada acetaldehído. El acetaldehído es capaz de dañar nuestro ADN. El ADN es una especie de manual de instrucciones que indica a las células cómo deben comportarse, controla su crecimiento y funcionamiento. Si el ADN se daña, las instrucciones para esa célula pueden cambiar, haciendo que esta crezca sin control y se reproduzca, formando un tumor canceroso.

Además, el consumo de alcohol puede afectar la descomposición de la hormona estrógeno, lo que aumenta su cantidad en la sangre, siendo un factor de riesgo para el cáncer de mama, de ovarios y de útero. También debilita la capacidad del cuerpo de procesar y absorber nutrientes indispensables para mantener la salud, como vitaminas A, C, D, E, folato y carotenoides.

Los tipos de cáncer mayormente vinculados al consumo de alcohol son en el esófago, hígado y el cáncer de mama en mujeres. Sin embargo, existen datos que indican una relación entre el beber alcohol y un aumento en las posibilidades de desarrollar cáncer de boca, faringe, laringe y colorrectal.

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