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Intolerancia a la lactosa

La intolerancia a la lactosa sucede cuando el organismo no puede descomponer o digerir la lactosa, un azúcar que se encuentra en la leche y los productos lácteos. Esto ocurre debido a que el intestino delgado no produce suficiente cantidad de una enzima digestiva llamada lactasa, cuya función es descomponer la lactosa para que el cuerpo pueda absorberla. La intolerancia a la lactosa no es lo mismo que tener una alergia alimentaria a la leche.

La intolerancia a la lactosa se manifiesta en síntomas como hinchazón, dolor abdominal, diarrea y gases, que se presentan después de beber leche o comer productos lácteos.

La intolerancia a la lactosa es en muchos casos hereditaria. A medida que pasa el tiempo, también puede ocurrir que las personas produzcan menos enzima lactasa, lo que causa esta condición en la edad adulta, aunque no la padecieran de niños.

En algunos casos, el intestino delgado puede dejar de fabricar lactasa tras una lesión, enfermedad o infección. Algunos bebés prematuros pueden no ser capaces de producir suficiente lactasa, sin embargo, esto mejorará al paso de las semanas. En casos muy raros, las personas nacen con una incapacidad para producir cualquier tipo de lactasa.

No hay ningún tratamiento ni medicamentos que ayuden a que el cuerpo produzca más lactasa, sin embargo, haciendo algunos cambios en la dieta los síntomas de esta condición se pueden controlar.

Anteriormente los médicos sugerían que las personas con intolerancia a la lactosa evitaran cualquier alimento de origen lácteo, sin embargo, actualmente los especialistas sugieren que el paciente pruebe diferentes alimentos lácteos, para detectar cuáles le causan menos síntomas desagradables.

Aunque no es una condición peligrosa, sí es incómoda y desagradable. Los síntomas de la intolerancia a la lactosa pueden ser similares a otras afecciones de salud, por lo que es muy importante consultar al médico.

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