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No solo de Vitamina A vive el ojo

Por Sophia Casab / sophienutricion@gmail.com

El ojo es un órgano sensorial de suma importancia, gracias a la vista podemos percibir los diferentes colores, formas, gestos, maravillarnos al apreciar el azul intenso del mar, el rojo atardecer o la sonrisa de un bebé. Es por lo que debemos darle la debida importancia y cuidarlo hasta el nivel celular

El ojo humano se encuentra situado en una cuenca conocida como órbita, protegida por los huesos, rodeada de músculos. El párpado lo protege de las inclemencias del tiempo, el exceso de luz, lubricándolo con las lágrimas. En la parte exterior se encuentra la córnea, la cual enfoca la luz, protege el iris y el cristalino. Atrás de esta se encuentra el humor acuoso, que lo nutre y oxigena. Seguido de este se encuentra el iris (el color). En su centro está la pupila, la cual también regula el paso de luz al cerrarse y abrirse. En la parte posterior está el cristalino, este ayuda a enfocar los objetos cercanos. El humor vítreo es una sustancia gelatinosa que mantiene la forma del ojo. Ya en la parte posterior encontramos la retina y la córnea. La primera recibe la luz, contribuye con la visión periférica, además de enviar mediante impulsos eléctricos la luz hacia el nervio óptico y de ahí a la corteza visual del cerebro. La segunda es responsable de que podamos ver con detalle.

Por décadas se ha estudiado la vitamina A y su precursor –el betacaroteno– dada su importancia para la visión nocturna, así como la producción de pigmentos para el óptimo funcionamiento de la retina y la córnea.

Su deficiencia, de acuerdo con Kierstan Boyd (Academia Americana de Oftalmología), es la principal causa de ceguera evitable en los niños del mundo. Se calcula que entre 250 y 500 mil infantes se quedan ciegos cada año por esta causa.

Aparte de esta vitamina, existen unos compuestos llamados xantofilas carotenoides: la luteína, zeaxantina y la mesozeaxantina. De los 600 carotenoides conocidos hasta el momento, estos pigmentos son los que más se concentran en el ojo, aunque no son precursores de vitamina A como el Betacaroteno; sin embargo, su papel en la salud visual es valioso.

Por ejemplo, la luteína tiene propiedades antiinflamatorias, posiblemente mejora la enfermedad macular relacionada con la edad, protege a la retina del daño de la luz fototóxica y los radicales libres, inhabilitándolos. Algunos estudios sugieren que tiene un papel considerable en la prevención de la enfermedad cardiovascular, prevención del cáncer y la mejora de las funciones cognitivas.

La luteína y la zeaxantina se encuentran interrelacionados. Comparten propiedades, aunque no se distribuyen en la misma proporción en el ojo. Ambas son solubles en grasas, absorbiéndose por la vía linfática.

El ser humano no puede sintetizar estos compuestos, así que hay que consumirlos en la dieta habitual. Afortunadamente se encuentran en los vegetales verdes (espinacas, brócoli, acelgas, col rizada, lechugas obscuras), en los pimientos, jitomates, zanahorias, naranjas, mango, maíz amarillo, huevo (yema), duraznos, espárragos, guayaba, naranja, calabaza, betabel, mandarina, etc.

El consumir diariamente vegetales y frutas de diferentes colores nos proporciona, además de carotenoides, vitamina C, fibra soluble e insoluble y potasio, entre otros.

Ya que la luteína y la zeaxantina se absorben gracias a los lípidos, el aceite de oliva o canola, en proporciones adecuadas, aseguran su transporte por la vía linfática.

Hasta el momento no se ha establecido una dosis diaria, algunos estudios recomiendan 10 mg/día de luteína y 2 mg/día de zeaxantina.

Muchos estudios se están llevando a cabo para determinar su posible beneficio en enfermedades como la diabetes, cáncer de mama e infección de vías respiratorias.

Como siempre, los exhorto a llevar a cabo una alimentación suficiente, variada, equilibrada, adecuada para la edad y con todos los grupos de alimentos, además de hacer actividad física. Pero, si considera la posibilidad de tomar suplementos, nunca lo haga sin supervisión de un profesional de la salud, un médico o nutriólogo para establecer dosis adecuadas e interacciones con medicamentos u otros suplementos alimenticios.

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