
¿Por qué alimentar a mi bebé con leche materna?
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La lactancia materna es la forma más natural y saludable de alimentar a un bebé. La leche materna contiene todos los nutrientes que el bebé necesita para crecer sano y fuerte, y también lo protege contra infecciones, diarreas, alergias y enfermedades respiratorias. Además, fortalece el vínculo entre madre e hijo, y favorece el desarrollo emocional del bebé.
Para la madre, amamantar también tiene grandes beneficios. Ayuda a que el útero vuelva más rápido a su tamaño normal después del parto, reduce el sangrado posparto y puede disminuir el riesgo de cáncer de mama y ovario. Además, facilita la pérdida de peso y puede generar una sensación de bienestar gracias a la liberación de hormonas como la oxitocina.
Para comenzar a amamantar de forma exitosa, es importante ofrecer el pecho al bebé lo antes posible después del parto, preferentemente en la primera hora. El contacto piel con piel ayuda a que el bebé busque el pecho de manera natural. Es importante asegurarse de que el bebé se agarre bien, es decir, que tome no solo el pezón, sino también parte de la areola, lo que facilita una succión eficaz y sin dolor para la madre.
Durante los primeros días, se debe amamantar a libre demanda, es decir, cada vez que el bebé lo pida, sin horarios fijos. Esto estimula la producción de leche y ayuda a que el cuerpo se adapte a las necesidades del bebé. La madre debe estar en una posición cómoda y tranquila, y buscar ayuda si siente dolor, si el bebé no se prende bien o si tiene dudas.
Un buen inicio es clave para establecer una lactancia exitosa y duradera.
En ocasiones ocurre una congestión mamaria, cuando los pechos se llenan demasiado de leche, se sienten duros, hinchados y dolorosos. Esto puede suceder en los primeros días después del parto, cuando la producción de leche aumenta de forma rápida, o cuando el bebé no succiona con frecuencia o no vacía bien el pecho. Además del dolor, la congestión puede dificultar que el bebé se prenda correctamente al pecho.
Para prevenirla, es importante amamantar con frecuencia, asegurarse de que el bebé tenga un buen agarre y cambiar de pecho en cada toma. Si los pechos están muy llenos, se puede extraer un poco de leche de forma manual o con un sacaleches para aliviar la presión. Si la congestión no mejora, hay fiebre, enrojecimiento o dolor intenso, se debe acudir al médico, ya que podría tratarse de una mastitis, que necesita tratamiento.